París pone all-in contra el juego offshore: Crésus Casino enfrenta cargos criminales
París, Francia — En una jugada que pocos esperaban, el director general de Crésus Casino, Grégoire Auzoux, se encuentra bajo investigación penal por presuntas operaciones de apuestas offshore no autorizadas. El movimiento marca un punto de inflexión para el mercado francés del iGaming, que superó los 2.000 millones de euros en ingresos durante 2024, con un crecimiento sostenido del 15 % anual.
El gobierno francés ha decidido ir “all-in” en su ofensiva regulatoria. Según el secretario de Economía Digital, Jean-Noël Barrot, “mantener un entorno de apuestas en línea legal es fundamental. No toleraremos jugadores que apuesten fuera del marco regulado y comprometan la protección al consumidor”.

Con esta declaración, Francia deja claro que en la mesa de juego digital, las reglas no son negociables.
Los cargos contra Auzoux se sustentan en los artículos L.320-1 y siguientes del Código de Seguridad Interna Francés, que penalizan los servicios de apuestas no licenciados y contemplan multas de hasta 500.000 euros y penas de prisión de hasta siete años.

La Autorité Nationale des Jeux (ANJ), regulador del sector, coordina la investigación, reforzando controles para prevenir lavado de dinero, fraude y manipulación de resultados, en línea con las normas europeas de cumplimiento.
En el tablero económico, la jugada ha generado incertidumbre sobre el futuro de Crésus Casino. Analistas prevén un posible “bad beat” para sus socios comerciales si la compañía pierde licencias o enfrenta sanciones que afecten su flujo operativo.
Al mismo tiempo, la situación abre la puerta a nuevos jugadores del sector, que podrían aprovechar el vacío para repartir las cartas nuevamente en el competitivo mercado francés.
El endurecimiento del marco regulatorio no es aislado. Francia avanza hacia un modelo similar al de la Ley Sapin II, que prioriza transparencia y responsabilidad corporativa, buscando cerrar el margen de maniobra a los operadores que actúan en zonas grises.
Este caso será una mano decisiva: o consolida la reputación de Francia como mercado limpio y seguro, o demuestra que incluso en la mesa europea, algunos jugadores aún no saben cuándo retirarse. En todo caso, el mensaje es claro: la banca —el Estado— no pierde nunca.


